“Como mirar a ambos lados antes de cruzar la calle y luego ser golpeado por un submarino”, escribió un niño de 9 años en la encuesta sobre las palabras y frases más populares del 2020 que realiza al Washington Post.
Ya se ha escrito mucho sobre cómo nos ha tomado a todos por sorpresa ese “submarino” llamado coronavirus, que además de haber sido la palabra más buscada a nivel mundial en Google durante el año pasado, promete seguir impactando muchos aspectos de nuestras vidas en el 2021; pero quisiera detenerme sobre cómo ha afectado al mundo del trabajo.
Sin duda, uno de los aspectos que ha traído esta pandemia ha sido en el cambio del modo de trabajar, o en el hecho dramático de quedarse sin trabajo. Todos los pronósticos sobre el futuro se han adelantado porque, además del ya esperado impacto de la tecnología en todos los aspectos de la vida, se han puesto en la palestra todos los trabajos relacionados con la salud y el cuidado de las personas; y, por si fuera poco, el confinamiento mundial sirvió de medición del impacto que se está generando sobre el medioambiente. Además, los indicadores sobre el desempleo, la economía informal, las políticas de seguridad social y el emprendimiento se han desplomado a nivel mundial, afectando especialmente a los países en vías de desarrollo.
Esta nueva realidad ofrece más pistas sobre el futuro del trabajo, que ya casi se ha convertido en el presente del trabajo. Resultan muy interesantes los 5 factores considerados en el último reporte del Foro Económico Mundial (WEF), proyectados para el año 2025. Sin embargo, es necesario profundizar sobre cómo manejar las dos riberas de un rio para que el agua del desarrollo global fluya y no se convierta en un pantano con consecuencias nefastas. Por un lado, está la necesaria ribera futurística, tecnológica y de las grandes tendencias que ya están presentes, y por otra parte la de combatir las brechas sociales, económicas, educativas y tecnológicas, para no seguir profundizando en la inequidad, la injusticia, la desigualdad y sufrimiento en los pueblos.
Viviendo en un país como Venezuela, en el continente más desigual del planeta, pareciera difícil y lejano hablar del futuro del trabajo, sin embargo, la realidad es irónica. No podemos esperar que las brechas se cierren para comenzar a prepararnos para ese futuro cercano, porque incluso es una manera de ir acortando distancias. Miremos solo 5 de las competencias que estarían en la lista del top 10 del WEF, para luego verificar si quien vive en Venezuela, de manera planificada, forzada o intuitiva las han comenzado a desarrollar precisamente por la crisis que vivimos:
– Resiliencia, tolerancia al estrés y flexibilidad
– Resolución de problemas complejos
– Creatividad, originalidad e iniciativa
– Pensamiento analítico y de innovación
– Liderazgo e influencia social
Comienza el año, y más allá de pasar una página del calendario, no nos detengamos por lo complejo y las dramáticas circunstancias que nos tocan vivir a todos. Como se comentó en la editorial anterior: “Cada día (en este caso, cada año) se nos ofrece una nueva oportunidad, una etapa nueva… Las dificultades que parecen enormes son la oportunidad para crecer, y no la excusa para la tristeza inerte que favorece el sometimiento».