Caminando por una avenida caótica del centro de Caracas, Michell se detiene ante una postal cotidiana, frente a la cual han pasado cientos de personas sin percatar el valor extraordinario que esconde. Su mirada capta a un vendedor ambulante de ají dulce, que clasifica con paciencia y cuidado, sobre su tabla de madera, los productos para la venta e intenta “poner orden en el caos”.

Normalmente la idea de caos hace referencia a la falta de orden, a la desorganización o al desconcierto. Un caos carece de estructura, de lógica o de criterios que le permitan una disposición adecuada. Sin embargo, el trabajo incluso desapercibido del vendedor de ají dulce hace la diferencia. Está allí para iluminar y “poner orden”. 

La tarea de cada uno de nosotros con nuestro trabajo cotidiano es hacer las cosas bien, porque lo que está en juego es ser parte del caos o colaborar al bien de todos. No importa el tamaño, la relevancia o el reconocimiento público del trabajo que hacemos, porque todo suma en una visión sistémica de toda la realidad. No existen trabajos de primer, segundo o tercer nivel si lo que está en juego es la seriedad y el cariño que le ponemos a lo que hacemos. Al final “el hacer es expresión del ser”.

Y finalmente agradecemos a todas las personas que, como Michell (ganador del concurso Fotografía y Trabajo), son capaces de mirar la realidad y captar la hermosura de esos momentos que nos hacen recuperar el valor del trabajo de cada día, y demuestran la verdad de la afirmación de Fiódor Dostoyevski: «la belleza salvará al mundo».