“El desafío urgente de proteger nuestra casa común incluye la preocupación de unir a toda la familia humana en la búsqueda de un desarrollo sostenible e integral, pues sabemos que las cosas pueden cambiar.”
Qué certeza se expresan en estas palabras del Papa Francisco en su Encíclica Laudato Sí. “Sabemos que las cosas pueden cambiar”, es una afirmación contundente, pero que implica un trabajo para ir en un camino de un “desarrollo sostenible e integral”. Y para que esto ocurra es necesario que todos los actores sociales, económicos, políticos y culturales se involucren, es decir la “familia humana” completa.
Desde nuestro punto de vista, uno de los pilares para el desarrollo es promover el valor del trabajo, generando oportunidades para la educación, favorecer el acceso a empleos dignos, abriendo caminos para el emprendimiento y todas las condiciones para que las personas puedan tener una mejor vida gracias a su propio esfuerzo. Por que incluso, afirma el Papa en el mismo documento, “ayudar a los pobres con dinero debe ser siempre una solución provisoria para resolver urgencias. El gran objetivo debería ser siempre permitirles una vida digna a través del trabajo.”
Uno de los actores que tienen una gran responsabilidad en este sentido es el sector empresarial, es por ello que además de la justa y necesaria responsabilidad social, hemos venido trabajando desde hace años en una visión de sostenibilidad corporativa. Ésta apunta a que la empresa pueda incluir en su estrategia elementos que tengan un impacto social a personas necesitadas, realice acciones para combinar su crecimiento económico con el de personas relacionadas a su empresa (trabajadores, familia, comunidad cercana y todos que se integran en su cadena de valor) y por supuesto, el no menos importante impacto ambiental que es tan urgente para el futuro de la humanidad. Identificar programas de este tipo no es sencillo, lograr implementarlos es un reto, pero luego replicar, escalar y mantenernos en el tiempo es un desafío enorme.
Es por ello que estamos tan contentos que, en este mes de junio, hemos comenzamos nuestro primer programa de formación de plomeros con esta visión. Un grupo de hombres y mujeres, desde los 20 hasta los
60 años de edad, provenientes de diversas zonas de la Gran Caracas han aceptado el desafío de seguir aprendiendo, trabajar y generar empleo para otros. Las ganas de salir adelante y colaborar para ese desarrollo sostenible e integral que he visto en los ojos de estas personas, me confirman que el trabajo es mucho más que un derecho, un deber o una fuente de sustento.
El trabajo es una necesidad estructural del ser humano, para siempre seguir creando, transformando la realidad y expresar quién es.