“La idea que no trata de convertirse en palabras es una mala idea; la palabra que no trata de convertirse en acción es, a su vez, una mala palabra.” Esta poderosa frase de G.K. Chesterton pone sobre la mesa el valor que tienen nuestras obras y cómo, sin ellas, las palabras pueden llegar a resultar vacías. Esto lo vemos con muchas palabras que se ponen de moda en ciertos ambientes y que corren ese riesgo.
Hoy en día se habla mucho de sostenibilidad, inclusión, igualdad de oportunidades, y muchas otras que serían elementos para un juego de palabras si no se convierten en hechos concretos. En Trabajo y Persona tenemos la ventaja que comenzamos el mes de marzo poniéndole rostros llenos de experiencia a muchas de ellas, admirando el espectáculo de cómo nuestras egresadas se desarrollan, tienen acceso a nuevos mercados y demuestran, con esfuerzo y sacrificio, que es posible cambiar vidas.
Lo mismo pasa con algunas fechas significativas, que celebramos llenos de alegría, como el día de la mujer cada 8 de marzo. Además de este momento tan importante, gracias a Dios tenemos el privilegio de poder hacer una fiesta cada vez que nos encontramos con una de estas mujeres valientes, trabajadoras, perseverantes y llenas de alegría.
Todo esto no ahorra el dramatismo de la vida, las dificultades, tristezas y la cultura de la muerte que se intenta imponer en nuestros tiempos. Entonces, ¿bastan los hechos positivos para tener fuerza y construir un mejor futuro?, y ¿de dónde puede nacer una esperanza que nos ayude a navegar dentro de estas tormentas?
Todo el mal y la muerte misma han sido vencidas por un hecho capaz de generar el mayor cambio de la historia: volver a la vida. Y es que los cristianos celebramos a finales de este mes de marzo la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazareth. Se puede creer o no en esto, pero ¿qué puede generar más esperanza que un hecho así?