“A la mitad del camino de nuestra vida me encontré en una selva oscura, porque había perdido la buena senda… Pero a poco de llegar al pie de una colina donde terminaba aquel valle que así me había llenado de espanto el corazón, miré a lo alto y vi la cumbre, aureolada ya por los rayos del planeta que es guía fiel por todos los senderos”.

Este inicio de El Infierno de la Divina Comedia de Dante puede describir el vértigo que implica comenzar a entrar en un valle lleno de peligros (como la realidad que nos corresponde vivir), el miedo que esto supone, sin embargo, mantiene la posibilidad de ver la luz que emana al final de esa travesía. No existe la oscuridad absoluta. Aunque los problemas puedan nublarnos la mente siempre existe una salida, una posibilidad para dar un paso.

Ahora bien, transitar ese camino no es sencillo y se complica aún más cuando intentamos hacerlo solos, considerando que únicamente nuestra voluntad y capacidades personales pueden alcanzar la solución a los dilemas de la vida.
Luego de enfrentar las tres fieras que representan todo el mal del mundo, Dante se encuentra paralizado y continúa diciendo:

“Mientras me deslizaba hacia el fondo oscuro, se me ofreció a los ojos alguien que, por el largo silencio que guardaba, parecía sin voz.
Cuando lo vi en el vasto desierto, le grité: ¡Ten piedad de mí, quienquiera que seas, hombre o sombra!”

En estos tercetos, Virgilio, el maestro, se hace presente para mostrar el camino, para acompañar en la gran y arriesgada aventura de atravesar el infierno.

Mientras más complejas son las circunstancias que nos tocan vivir, más necesario es tener una compañía que esté a nuestro lado y que nos ayude a caminar. En este boletín se muestran varias experiencias de cómo acompañando a nuestros emprendedores, ellos mismos logran convertirse en protagonistas de sus vidas e incluso, dar pasos de organizar por ellos mismos eventos y oportunidades de crecimiento.

Al estar cercanos a la Navidad, tenemos nuevamente la oportunidad de no solo encontrar personas que nos acompañen en nuestro trabajo o emprendimientos, sino estar frente a la gran presencia de Dios que se hace niño para convertirse en la gran compañía del ser humano frente a todas las aventuras de nuestra vida.