LOS CANTOS
La música es una ventana que nos permite mirar al corazón, y estos cantos nos permiten acercarnos a personas que han realizado diariamente su labor con una mirada distinta, cargada de asombro por la belleza de su entorno, de atención a las relaciones con los compañeros de faena y de respeto por el ritmo que marca la naturaleza.
Descubre las letras de los cantos que integran nuestra propuesta:
Canto de ordeño
Al despertar, antes de que el Sol descubra nuevamente el rostro del llano, el ordeñador se dirige a realizar su labor. Comienza la faena en la que, valiéndose de cuartetas aprendidas previamente, escuchadas en otros contextos o improvisadas al momento, el hombre se dirige al animal como su preciado confidente.
Presentamos una melodía recopilada por el maestro Vidal Colmenares en el llano venezolano, conservando dos cuartetas de dicho autor e incorporando otras provenientes de la tradición oral.
En este canto interpretado por Aquiles Báez en la guitarra y Betsayda Machado en la voz, se descubre la tristeza del amor no correspondido en forma de confidencia a “Lucerito”, cuyo nombre no cesa de mencionar el ordeñador.
Letra:
A tu puerta Lucerito
Lucerito y banco largo
que cuando un amor se va
no hay un dolor más amargo
Nube de agua
no hay un dolor más amargo.
(Vidal Colmenares)
Hombre pobre no enamora
La razón lo va diciendo
La razón lo va diciendo
el que no tiene pa’ dar
no puede llegar pidiendo.
(Tradición oral)
Tanto peca el que no cobra
como el que debe y no paga
yo peco porque te quiero y tu porque no me amas
y tu porque no me amas.
(Vidal Colmenares)
Por ti me olvidé de Dios
por ti la gloria perdí
y ahora me voy a quedar
sin Dios sin gloria y sin ti mi lucero.
(Tradición oral)
Un muchacho a mí me dijo
que el a mí no me quería
pero me quedó la cara
donde mismo la tenía
donde mismo la tenía
se me cayeron los dientes
pero muerdo con la encía
Lucero, pero muerdo con la encía.
(Vidal Colmenares)
Canto de lavanderas
Temprano en la mañana, aprovechando el momento en que el agua del río está clara, las lavanderas se dirigían juntas a realizar su labor entonando melodías que varían a lo largo del territorio nacional, interpretadas tanto de forma consecutiva por cada lavandera, una tras otra, como de manera simultánea.
En esta pieza, formada por una selección de estrofas tradicionales y versos contemporáneos escritos por Milagros Figuera, las voces femeninas del Ensamble B11 presentan de una en una las estrofas de este canto, que como un caudal transcurre suavemente sobre los arpegios de la guitarra y va tomando fuerza junto al ritmo del tambor “Culo ’e Puya” que construyen las voces masculinas, mediante la percusión vocal, desembocando en un pequeño canon en el que finalmente, convergen las distintas voces.
Letra:
Señores tengan presente
que por dones especiales
en el campo tengo flores
y en mi cabeza cantares.
(Tradición oral)
Cuando más trabajo tengo
canto con más alegría,
porque los mismos trabajos
me sirven de compañía.
(Tradición oral)
Para abajo corre el agua
para arriba corre el viento,
para donde van tus ojos
me llevan mis pensamientos.
(Tradición oral)
Me pongo a mirar pa’l monte
contemplando su belleza
gracias le doy a la vida
por esta naturaleza.
(Milagros Figuera)
Agua fresca ven y limpia
to’ lo malo que yo siento,
así como lavas ropa
lávame los sentimientos.
(Milagros Figuera)
Corre el agua cristalina
por la corriente del río,
su claridad y alegría
te recuerdan amor mío.
(Milagros Figuera)
Gracias al sol que me abraza
y me da su calorcito,
cuando yo llegué a mi casa
y me espera mi amorcito.
(Milagros Figuera)
Las arenitas del río
corren debajo del agua,
debajo de mis cantares
corren las penas de mi alma.
(Tradición oral)
Las golondrinas que cantan
de tu casa en rededor,
me trajeron ayer tarde
tus suspiritos de amor.
(Tradición oral)
Canto de arreo
Ya sea para negociar al ganado o para trasladarlo en temporadas de lluvia, los llaneros se ven en la necesidad de transportar grandes cantidades de animales a través del llano abierto, valiéndose de distintas técnicas para realizar esta tarea como el uso de silbidos, gritos, jipidos, japeos, que apuran la marcha del ganado con los clásicos “ajila”, “jopa” o “japa toro”; además de tonadas y melodías que facilitan la cohesión del grupo, permiten al trabajador expresar su mundo interior y alivianar la faena.
Hemos incluido un canto recopilado por el maestro Vidal Colmenares e interpretado por Andrea Paola Márquez en la voz y Jorge Torres en la mandolina
Nota: tanto el canto de arreo como el canto de ordeño, son manifestaciones que se extienden a lo largo de los llanos de Colombia y Venezuela, siendo desde diciembre del 2017, parte de la lista del patrimonio cultural inmaterial que requiere medidas de salvaguardia de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO).
Letra:
Japa toro, japa vaca
Japa novillo encera’o
este novillo está gordo
porque estaba empotrerao.
Canta canta cabrestrero
pa’ que se ajile el gana’o
allá viene florentino
hablando con Juan para’o.
Que todos los bichos maman
menos el titirijí
porque tiene la uña larga
y se rajuña la nariz.
Si yo no me voy de aquí
Los animales me acaban
anoche me mordió un perro
esta mañana una baba.
Cangrejo no pare en banco
ni vaca ajila en anzuelo
regaño no son castigos
ni guáimaros caramelos.
Canto de recolección de café y cacao (Yojo)
Canto común en haciendas, particularmente en el estado Sucre del oriente del país, realizado por mujeres y hombres para alegrar la faena y comunicarse entre sí a lo largo de las plantaciones. Existen distintas melodías utilizadas estos cantos de recolección, algunas en tonalidades mayores y otras menores, en las que se van entonando letras aprendidas por tradición oral e improvisando estrofas enteras incluyendo siempre el afectuoso “manita” (hermanita), “querida” o “morenita”, y el característico “yojo”.
Tomando estrofas tradicionales recopiladas por Petra Edelmira Guzmán, en las que se evidencia la atención al ambiente y a la compañera de oficio, la agrupación Pepperland, caracterizada por interpretar temas de los Beatles en ritmos venezolanos, desarrolla un arreglo que conserva una de las principales melodías del “yojo” en tonalidad menor y la dinámica de conversación entre sus dos voces femeninas. De igual manera, dialogan la batería y la percusión tejiendo una trama rítmica de cinco tiempos que permite al bajo eléctrico, la mandolina, el cuatro y la guitarra eléctrica, construir juntos un paisaje armónico que enriquece este canto tradicionalmente realizado a capella.
Letra:
Vamos a cantar un yojo
querida yojo, juanita yojo
para alegrar este monte
querida yojo, manita yojo
Juana no puede cantar
querida yojo, morena yojo
le ha picado una yolofa
querida yojo, morena yojo
Ahora sé por qué están tristes
querida yojo, manita yojo
Juana pone la alegría
querida yojo, manita yojo
Se ha secado la quebrada
ay yojo, ay morena yojo
donde agarrábamos agua
ay yojo, ay manita yojo
¿será por tanta candela?
ay yojo, ay manita yojo
que le han talado su bosque
ay yojo, ay morena yojo
Voy a despedir mi canto
morena yojo, querida yojo
porque pienso en mis muchachos
querida yojo, morena yojo.
Pregones
En la cotidianidad de las ciudades y poblados de Venezuela, continúan resonando breves y pegajosos pregones de los vendedores ambulantes, incluso en los escenarios más convulsionados y congestionados como los medios de transporte público. Estos creativos anuncios entran en medio de la frenética rutina, consiguiendo no solo captar la atención del público, sino en muchas ocasiones, sacarles una sonrisa.
Estas breves frases melódicas cargadas de humor y creatividad, permanecen en la memoria colectiva, ligadas a lugares y momentos. En este breve tema recogimos algunos pregones populares, los cuales cobran vida en las voces de Rafa Pino, Horacio Blanco, Jhoa Beat y algunos invitados especiales que tejen junto al cuatro de Aquiles Báez y la flauta del amolador, dentro del ritmo del merengue caraqueño, un paisaje sonoro característico de los espacios urbanos venezolanos.
Letra:
Coro:
¡Café, café! (Aquíles Báez)
¡El amolador! (Rafa Pino)
¡Pistacho, merey! (Jorge Torres)
¡El chupi-chupi! (Horacio Blanco)
Estrofa:
Vendedor de repuestos: (Javier García – Ensamble B11)
Repuestos para la olla de presión, la licuadora.
Anuncio de rutas de transporte público: (Martín Figueroa)
Centro, Copita, Gran Mariscal, Hospital, Chaimas, Caigüire, Bosque, Villa, Peñón.
Vendedor de Paraguas: (Rafa Pino)
Paraguas, ¿hasta cuándo la malaya bolsa?, lleve su paragua.
Oferta de canje de productos o trueque: (Belkys Figuera)
Se cambia azúcar, se cambia jabón.
Vendedor de Helados: (Horacio Blanco)
Tengo colita, de limón, parchita, tamarindo y azul.
Vendedor de “Pavitas”, variedad de pan dulce: (Jhoa Beat)
¡Pavitero!
Vendedor de periódicos: (Rafa Pino)
Mundo, Mundo, Mundo… Universal, Nacional, Últimas Noticias, Mundo, Mundo, Mundo…
Vendedora de dulces: (Andrea Paola)
Conserva ‘e coco, el besito la conserva.
El frutero
La pieza “El frutero” compuesta por Cruz Felipe Iriarte, retrata la cotidianidad de un pregonero, un vendedor de frutas que ofrece sus productos refiriéndose a cada cliente por su nombre, incluso ofreciéndoles “fiado” si no logran pagar en ese momento.
Las voces de Andrea Paola y Rafa Pino interpretan este canto que, si bien no es un canto de trabajo, ayuda a profundizar en la forma en la que este oficio se realiza acompañado del canto, mientras refleja la abundancia de frutos que puede brindar la tierra venezolana.
Autor: Cruz Felipe Iriarte
Letra:
Allá viene el frutero con su pregón
vendiendo las piñas, para las viejas,
para las niñas, aquí sentado espero,
si no puedes comprarme
no vayas a quedarte, Teresa,
sin saborear la rica cereza,
yo te la puedo fiar.
Cómprame, Alejandrina,
las mandarinas que aquí yo vendo,
la guanábana, el coco y el gran jojoto también los tengo,
la naranja sabrosa, las pomarrosas también las llevo,
y el mango que a ti te gusta,
la lechosa traigo yo aquí,
con la parchita y el melón,
tomate grande y el ají,
cambur y limón.
Blow the man down/ Blow the mandón
Atraídos por la promesa del oro y de una tierra libre, hombres provenientes de distintas islas del Caribe, llegan a Venezuela trayendo consigo nuevos ritmos, melodías e idiomas para sumar al mestizaje que caracteriza esta tierra. Así germinan por una parte un dialecto criollo en que convergen el inglés, francés y español, y por otra el popular ritmo del Calipso.
Desde el duro trabajo en las minas surge un canto de trabajo en el que no predomina la contemplación del hermoso paisaje ni la relación amistosa con el otro, sino un descontento por el salario recibido, por lo arduo de la faena y una mala relación con el empleador. Tomando como inspiración un canto británico del siglo XIX, traído por los marineros ingleses a las Antillas, llamado “Blow the man down”, nace el “Blow the mandón”, el cuál conserva la melodía del canto original, pero cambia la letra refiriéndose al empleador de los mineros como “mandón”.
Tomando el verso “The work is so hard and the pay is so low” y el coro “Blow the mandón” de los cantos de mineros, y algunos versos del canto británico original, la agrupación Pepperland ha elaborado esta festiva versión en el ritmo del Calipso, un género que aún alegra los carnavales venezolanos.
Letra:
The work is so hard and the pay is so low,
To me way, hey, blow the man down!
A pretty young damsel I chanced for… you know,
Give me some time to blow the man down!
She was round in the counter and bluff in the bow
To me way, hey, blow the man down!
So I took in all sail and cried «way enough now»
Give me some time to blow the man down!
Blow the mandón (X8)
I hailed her in English, she answered me clear:
To me way, hey, blow the man down!
«I’m from the Black Arrow bound to the Shakespeare»
Give me some time to blow the man down!
So I tailed her my flipper and took her in tow
To me way, hey, blow the man down!
And yard-arm to yard-arm, away we did go
Give me some time to blow the man down!
But as we were a-going she said unto me
To me way, hey, blow the man down!
«There’s a spankin’ full rigger just ready for sea»
Give me some time to blow the man down!
That spankin’ full rigger to New York was bound
To me way, hey, blow the man down!
She was very well mannered and very well found
Give me some time to blow the man down!
Göttweig
Autor: Aquiles Báez
Durante su estadía como profesor de música en el antiguo monasterio de Göttweig en Austria, el maestro Aquiles Báez fue sorprendido a mediodía por el sonido de las campanas e invitando a sus estudiantes a escuchar, detuvieron la lección para contemplar aquella belleza imprevista.
Así el maestro se percató de un acento poco común en la melodía que formaban las campanas entre sí, una estructura rítmica de siete tiempos que, considerando el significado de este número en la tradición cristiana, no le parecía una coincidencia.
Es así como emulando el sonido de las campanas, utilizando la misma fórmula métrica y capturando el carácter de meditación y oración que estos sonidos le transmitieron, surge esta pieza que resuena en la mitad, en el mediodía simbólico de este recorrido.
Canto de trillar café
Luego de la recolección del grano de café, el mismo debe ser separado de su envoltura mediante procesos que, si bien han cambiado en el tiempo, han sido acompañados por el canto.
Las cuatro voces de la agrupación Atapaima presentan un arreglo vocal que forma delicadas armonías sobre la melodía, originalmente hecha a una sola voz, partiendo de las estrofas tradicionales y añadiendo estrofas contemporáneas en un canto que evoca múltiples imágenes, emociones y dulces aromas.
Letra:
Ese zapato se me aflojó
la media me apretará
si quieres pelear conmigo
salíte para la quebra’.
(Tradición oral)
En tu puerta sembré un pino
y en tu ventana un pimiento
échame los brazos, negro,
déjate de sentimientos.
(Tradición oral)
Viene saliendo la luna
tras del cafetillar
boquita ‘e piña madura
quién te pudiera besar.
(Tradición oral)
Voy mirando la ventana
con mi matica ‘e café
yo me fui por la mañana
y en la tarde volveré.
(Tradición oral)
Ojos de miel, me enamoran
cual olorcito ‘e café
mis ojos hoy por ti lloran
si es que no te vuelvo a ver.
(Tradición oral)
Trillando estoy estos granos
trillando fuerte, trillando
cada giro de mi brazo
grano a grano va limpiando.
(Atapaima)
Voy mirando la ventana
con mi matica ‘e café
yo me fui por la mañana
y en la tarde volveré.
(Atapaima)
Lucero de la mañana
préstame tu claridad
que mi amor se fue temprano
y no sé si volverá.
(Atapaima)
Trillando fue que te vi,
trillando me enamoré
y aunque te suene trillado,
contigo me casaré.
(Atapaima)
Ese zapato se me aflojó
la media me apretará
si quieres pelear conmigo
salite para la quebra’.
(Tradición oral)
Mi casa está en este campo
aquél que me vio nacer
donde cuelo mi negrito
que tiene aroma a café.
(Atapaima)
Trillando Trigo
Este canto tomado del estado Mérida, era entonado sin instrumentos, alternado con silbidos, acompañando esta faena de la separación del grano de trigo, en un paisaje sonoro dominado por el canto de las aves y otros animales.
Tomando la melodía original e incorporando el ritmo del bambuco, Williams Mora en la voz y el clarinete, Jhon Rujano en el violoncello y Aquiles Báez en la guitarra, interpretan esta versión que mantiene la letra en la que se desarrolla la conversación entre un ave y un carpintero.
Letra:
Triste canta una guacoa
en la copa de un romero
y en el cantido decía:
“Quién amara a un carpintero.”
Trailara, lará y lará …
y en el cantido decía:
“Quién amara a un carpintero.”
¿Quién te puede amar a vos
arbolaria de los campos?
Tu eres la flor más bonita
a la que yo quiero tanto
Trailara, lará y lará…
Tu eres la flor más bonita
a la que yo quiero tanto.
Cierto, de los campos soy
pero ni culebra jalo
porque no soy como vos
carpintero agujerea palos.
Trailara, lará y lará…
porque no soy como vos
carpintero agujerea palos.
Cierto que palo agujereo
para hacer mi nido bueno
porque no soy como vos
que dormís en el sereno.
Trailara, lará y lará…
porque no soy como vos
que dormís en el sereno.
Cierto, en el sereno duermo
y luego para dormir
que las plumas de mis alas
te sirven para escribir
Trailara, lará y lará…
que las plumas de mis alas
te sirven para escribir.
Y en las plumas de tus alas
porque mi Dios te las dio
tres veces puse mi nombre,
tres veces se me borró
Trailara, lará y lará…
Tres veces puse mi nombre,
tres veces se me borró.
Y en mi copete encarnado
no hay otro mejor que yo.
Canto de pilón
En las horas en las que el sol disminuye su intensidad, temprano en la mañana o cerca del atardecer, se golpea en un pilón el grano de maíz para iniciar la preparación de la tradicional arepa, una dura tarea compartida por dos mujeres que, ubicadas una frente a la otra, percuten con el mazo los granos con ritmo constante.
Cantan alternando estrofas cuyos versos se separan por el jadeo producto del esfuerzo del trabajo, este jadeo monosílabo que alterna entre variaciones del “ay”, “oy” e “io”, es repetido por la compañera como un eco y afinado con notas de la melodía. Así comunican historias, chismes, expresiones de la sabiduría popular y vivencias personales.
Reuniendo en esta versión dos melodías distintas del pilón y estrofas tradicionales recopiladas por Berta Vargas, Guillermina Ramirez e Isidora y Lorenza Urbaneja. El maestro Aquilez Báez acompaña a las hermanas Betsayda y Nereida Machado en una versión única de este canto.
Letra:
Dale duro a ese pilón
dale duro a ese pilón
que se acabe de romper,
que mi padre es carpintero
y lo sabe componer
io, io, io, io, io
Bien duro le voy a dar
bien duro le voy a dar,
a ver si lo puedo romper
que en el monte hay mucho palo
y yo también lo sé hacer
io, io, io, io, io
Y pila María que pila
y pila María que pila,
nunca dejes de pilar
para ir al matrimonio
de Conchita Salazar
io, io, io, io, io
En el fondo de mi casa
en el fondo de mi casa,
suspiraba un morrocoy
y en el suspiro decía
aguántame que me voy
io, io, io, io, io
Mm hmm, mm hmm
Ayer pase por tu casa
me tiraste un limón,
el limón cayó en el suelo,
la espina en el corazón.
María flor de limón
préstame tu medicina,
para sacarme la espina
que tengo en el corazón.
Me quejo porque me duele
sino, yo no me quejara,
necio es aquel que se queja
sin ‘tale doliendo nada.
A mí me gusta pilar
pero por la mañanita,
porque me gusta lucir
vestido de florecitas.
Vestido de florecitas,
yo lo compré con mis reales,
ese no lo compre yo
brincando por los corrales.
Viene la barca
Este canto está inspirado en los distintos géneros que surgieron en los tiempos de la navegación silenciosa, sin motor, en la que el pescador se desplaza con remos o a vela por las aguas, escucha las olas golpeando contra la madera de la embarcación, el sonido de las aves pasajeras y frente a él, fundiéndose en un paisaje de luz y color, el mar y el cielo lo envuelven y hacen surgir de su pecho un canto en que describe lo que ven sus ojos, lo que viene a su memoria, los afectos que lo esperan en tierra firme y más aún, la conciencia del valor de esos lazos, del amor que como un cordel de luz lo sujeta ante el temperamento cambiante del mar.
Si bien no es un canto realizado durante el oficio de la pesca, sintetiza experiencias documentadas en cantos tradicionales como puntos del navegante, jotas, polos, entre otros. Es Interpretado por José Delgado quien, acompañado por la guitarra de Aquiles Báez, va modulando la melodía en esta versión llevándola entre los géneros de la “Malagueña Margariteña”, el aire de “Jota Margariteña” y finalmente retomando las notas características del “Punto del Navegante”.
Autor: José Delgado
Letra:
Prosigue el pescador con su porfía,
prosigue el pescador con su porfía,
de hacer un bote que aguante la fiereza
de aquellos mares en los que nunca había
un pescador mojado su cabeza.
Prosigue el pescador, con su porfía.
Sublime es el amor de quien le espera,
al volver a casa con las manos vacías,
sublime es el amor de quien le espera,
al volver a casa con las manos vacías,
la barca vuelta añicos de madera
y con las ganas más fuertes cada día,
la barca vuelta añicos de madera
y con las ganas más fuertes cada día.
Supremo es el amor de quien comprende,
supremo es el amor de quien comprende
el sueño que le nubla el pensamiento:
llegar al puerto que su pasión enciende,
aunque en la búsqueda quede sin aliento.
Supremo es el amor de quien comprende.
Cuando se adentra el bote al mar bravío,
cuando se adentra el bote al mar bravío,
lleva un cordel de luz el cual no suelta,
si la tormenta lo arrastrase al vacío
lo salva aquel amor que lo sujeta.
Viene la barca burlando la tormenta,
halló la ruta entre los acantilados,
viene la barca burlando la tormenta,
halló la ruta entre los acantilados
y la mujer con la ilusión en puerta
ve al pescador con sus ojos sagrados,
y la mujer con la ilusión en puerta
ve al pescador con sus ojos sagrados.
Viene la barca burlando la tormenta.
Allá en la tierra
Esta pieza compuesta por el maestro Otilio Galíndez, nos sumerge en la experiencia de un hombre que en su madurez extraña su isla natal, desea volver a su infancia, a esa vida que transcurría entre hermosos paisajes y que ahora se desenvuelve entre el concreto de la ciudad. Una nostalgia con la que también podemos mirar a aquellas personas que vivieron una relación más armónica con su entorno.
Un canto en el que nuevamente las voces de Atapaima nos cautivan, llevándonos como olas hacia el puerto. Un viaje que sostienen en su red armónica la guitarra y el cuatro, y en el que la grave voz del violoncello completa este drama sobre la eterna nostalgia del corazón, signo de su fragilidad y al mismo tiempo de su grandeza.
Autor: Otilio Galíndez
Letra:
Nací allá en la tierra que llama el poeta una lágrima,
en un banco de arena forjé un castillo
cuando mi corazón de niño podía soñar.
Y fueron las olas un canto en las noches de Margarita
y hasta el sol fue mi amigo de correteos.
Ay cuánto quisiera volver a vivir,
volver a soñar, remando en mi barquichuela.
Alzaron gaviotas el vuelo con mis pensamientos
y dejaba mis ojos de asombro llenos,
la danza que las mil palmeras solían bailar.
Los viejos marinos contaron entonces que el mar bravío,
desataba su furia en algún velero.
Y allí terminaba rindiéndose al fin
como lo estoy yo, hundido entre mis recuerdos.
Eres la flor del cacao
Mientras se desarrollaba la producción de este material en jornadas de investigación, selección de repertorio, reuniones y ensayos con artistas, comenzaba a gestarse este canto original compuesto por el maestro Aquiles Báez, basado en la tradición y una visión del trabajo que conjuga el ser y el hacer.
Surge la pieza que cierra este recorrido, comenzando con una introducción vocal interpretada por el Ensamble B11 en la que resuenan el tradicional “io” del pilón, el “ajila” del cabrestero y la dulce melodía de las lavanderas. Al comenzar el coro se incorporan los tambores también interpretados por el Ensamble B11, quienes con elementos del sangueo, mina, quichimba y golpe de tambores van tejiendo junto al bajo de Henry Paul, el clarinete de Williams Mora y la guitarra eléctrica de José Francisco Sánchez; una síntesis musical de nuestra propuesta Venezuela: música y trabajo.
Autor: Aquiles Báez
Intro – Eres la flor del cacao
Letra:
Io, io, io, io
Te canto mi Venezuela
eres la flor del cacao
en jornadas de labores que se trabaja cantando.
Ajila, ajila novillo por la huella el cabrestero
cantos de trabajadores
su ritmo me ha contagiado.
Pero bueno, en jornadas de labores que se trabajan cantando.
En mi tierra Venezuela la gente va pregonando.
Eres la flor del cacao
Letra:
En mi tierra Venezuela
la gente va pregonando
en jornadas de labores, que se trabaja cantando.
Cantos de trabajadores
su ritmo me ha contagiado,
te canto mi Venezuela
eres la flor del cacao.
Con cantos de lavanderas
de arreo y de ganado
se florecen los pilones
con lo hermoso de su canto.
El trigo es más amarillo
el horizonte es mi llano,
el ordeño es más bonito
si lo realizas cantando.
El ordeño es más bonito
si lo realizas cantando.
En mi tierra Venezuela…
Se realizan las jornadas
con los cantos de trabajo,
mi pueblo se va inspirando
y sin fatiga va entonando
la esperanza de su gente
de la alborada al ocaso
cantando sus alegrías,
sus penas y desencantos.
Cantando sus alegrías,
sus penas y desencantos.
En mi tierra Venezuela…
Moradores de mi tierra,
de mis montañas y campos
celadores de mis sueños
hermanos de llano abajo,
van rezando con sus cantos
a la fuerza del trabajo
con sus voces de mastranto
de turpial y de arrendajo.
Con sus voces de mastranto
de turpial y de arrendajo.
En mi tierra Venezuela…
Pregones emprendedores
de safra y de trabajo
jornaleros de mi pueblo
que resisten con su canto,
que Dios proteja los sueños
del pueblo venezolano,
gloria al Padre, gloria al Hijo
gloria al Espíritu Santo.
Gloria al Padre, gloria al Hijo
gloria al Espíritu Santo.
En mi tierra Venezuela…
Eres la flor del cacao.
En mi tierra Venezuela
la gente va pregonando,
eres la flor del cacao
con cantos venezolanos,
y aquí estamos disfrutando
y eres la flor del cacao.
Eres la flor
de Venezuela
y del cacao
con moradores
que en las jornadas
y en las labores
que trabajando
van cantando
eres la flor del cacao.
Un proyecto de:
«Educamos protagonistas del bien común.»
Trabajo y Persona