«No sé si se nos creerá pero hemos conocido obreros con ganas de trabajar, que no pensaban sino en trabajar. Hemos conocido obreros que, ya de mañana, sólo pensaban en trabajar. Se levantaban por la mañana pronto y cantaban sólo pensando en que se iban a trabajar. Trabajar constituía su alegría y la raíz profunda de su ser. Y su razón de ser. El trabajo gozaba de un honor increíble, el más hermoso de todos los honores.”

“Esos obreros no servían. Trabajaban. Con un honor absoluto, como le corresponde al honor. Era preciso que cada palo de la silla estuviera bien hecho. Estaba muy claro. Era lo más importante. No había que hacerlo bien por el sueldo o por los clientes del jefe. Tenía que estar bien hecho en sí mismo, en su mismo ser. Cualquier parte de la silla, aunque no se viera, estaba hecha tan perfectamente como la que se veía. Era el principio mismo de las catedrales. Todo era un acontecimiento: algo sagrado.”

Ha comenzado un año lleno de desafíos y estas palabras de Charles Péguy en su obra “El dinero”, ponen sobre la mesa, y con gran agudeza, el tema del trabajo. Existen muchas reflexiones, polémicas y discusiones que parten de allí, especialmente con el impacto de la pandemia: la falta de personas calificadas en oficios del presente y del futuro; el abismo de conectividad y habilidades tecnológicas entre países con poblaciones más vulnerables, así como la exclusión de los adultos mayores; el número creciente de desempleados y quienes están en la economía informal a nivel mundial; el impacto de los fenómenos migratorios y nuevas formas de esclavitud moderna; las personas que se acomodan con subsidios estatales y pierden el deseo de trabajar, y los empresarios que se quejan de colaboradores que no trabajan con la conciencia expresada por Péguy anteriormente.

El trabajo tiene muchas dimensiones para abordarlo: sin duda es un derecho de todo ser humano, también se puede reducir únicamente a tener que hacerlo por una contraprestación inevitable para sobrevivir, y entonces un deber. Pero más allá de los aspectos anteriores, la categoría que incluye más factores es cuando lo vemos como una necesidad del ser humano. Un ejemplo de esto son tantos adultos mayores que no pueden seguir trabajando y pareciera que se apagara su creatividad, su capacidad de incidir en la realidad y, lamentablemente en muchos casos, sus ganas de vivir.

Incluso en las más profundas crisis, que distinta es la postura de la persona que llega a su casa con un pan recibido en una institución benéfica, programa del estado o proyecto social, en comparación cuando lleva el sustento a su casa como producto de su esfuerzo y su trabajo. En el trabajo la persona pone en juego su dignidad como ser humano.

Nuestro futuro, el de nuestro país y del mundo entero se juega si vivimos el trabajo como “el más hermoso de todos los honores”. ¿Estamos dispuestos a vivirlo así?