«Con corazones rotos en miles de fragmentos será difícil construir una auténtica paz social». 

Normalmente se asocia la paz a la ausencia de guerras o conflictos armados, y si bien es cierto, una auténtica paz va más allá de eso y tiene componentes multidimensionales. La frase del inicio se encuentra en la Evangelii Gaudium escrita por el Papa Francisco, y me ha ayudado a identificar el valor del protagonismo de la persona dentro de estos procesos de paz.

A las personas que tienen el poder político y económico en sus manos les toca tomar grandes e importantes decisiones, pero nuestro rol no puede ser pasivo. Sin duda, mucho se puede hacer para evitar los conflictos desde nuestro hogar, comunidad, ciudad y país. Además de las ambiciones de poder e intereses políticos y económicos, los conflictos surgen por la injusticia, falta de solidaridad, la mentira y las pocas libertades; entonces, ¿qué podemos hacer desde nuestro metro cuadrado de influencia? ¿Cómo se puede generar un cambio positivo sin delegar responsabilidades a los demás? 

Recientemente, un amigo brasilero me recordó un bello proverbio africano que dice: “No importa la pregunta, la respuesta siempre es la comunidad”. Y esto no exime la responsabilidad del protagonismo personal, sino que abre una dimensión muy poderosa donde nuestro trabajo está orientado a construir el bien común de manera concreta. Estamos llamados a trabajar juntos de manera más solidaria, a favorecer la libertad, la justicia y la verdad en nuestras relaciones para que, poco a poco, podamos ser un factor de unidad para tantos “corazones rotos en miles de fragmentos” y así construir la paz.