“Sigan trabajando por los más pobres de Venezuela”, fue el mensaje que me dio el Santo Padre en la audiencia de este mes de noviembre en la Plaza San Pedro, y ese desafío no se puede pasar por alto. Ya tener un encuentro con el Papa Francisco es un acontecimiento, pero si además se suma una indicación de este tipo, no puede dejarnos indiferentes.

Si bien es algo que ya estamos haciendo en Trabajo y Persona, es necesario profundizar y seguir aprendiendo cada día. Gracias a Dios tenemos la fortuna de colaborar con aliados que dedican su vida por entero a los más vulnerables en todo el país, y nos acompañamos en ese camino. Ahora bien, ¿qué significa trabajar por los pobres, y más aún, trabajar con los pobres?

En primer lugar, es necesario hacer todos los esfuerzos para que las iniciativas que respondan a las necesidades no sean de escritorio, pensadas para los más vulnerables, obviando su participación. Es fundamental recordar que “la realidad es más importante que la idea”, y por ello es necesario construir-con un concierto de instituciones y comunidades de base, que incluyan a los mismos beneficiarios de las políticas públicas y programas que se puedan generar. Replicar fórmulas no son una respuesta exhaustiva a las necesidades. 

Por otra parte, es necesario estar presente en las comunidades y acompañar a quienes son protagonistas de un cambio. Como ya lo hemos dicho en otras ocasiones, además de que “nadie se quede atrás”, es fundamental que nadie se quede solo. De esta manera podemos “abrir nuevos caminos para que los mismos pobres se conviertan en los protagonistas del cambio”, como ha dicho el Papa Francisco.

Finalmente, es importante subrayar que el tema de la pobreza tiene otra connotación que no es solamente sociológica, sino que desafía la razón humana de todos los que creemos en la existencia de un Ente Superior, de un Dios. ¿Cómo es posible que el creador de todo, el Ser que siempre existió y existirá, decidiera libremente hacerse humano, y especialmente nacer como un niño pobre en la periferia del imperio de su época? En este tiempo de espera de la Navidad, los cristianos estamos, nuevamente, expectantes frente a este misterio de amor y esperanza que es el nacimiento del Niño Dios.

“Si Él se hizo pobre por nosotros, entonces nuestra misma vida se ilumina y se transforma, y adquiere un valor que el mundo no conoce ni puede dar. La riqueza de Jesús es su amor, que no se cierra a nadie y va al encuentro de todos, especialmente de los que son marginados y privados de lo necesario.”