“La belleza existe para fascinar el trabajo, el trabajo existe para renacer”, fue la frase del poeta polaco Cyprian Norwid que motivó el inicio de nuestros proyectos culturales en el año 2009. El punto de partida fue la constatación de que no basta con satisfacer las necesidades básicas de las personas para que sean felices, en especial en un país con crisis humanitaria como lo es Venezuela; tampoco es suficiente el tan anhelado paso que le sigue: ofrecer oportunidades de desarrollo a través de la educación y el trabajo para que sean partícipes de la construcción de su propio destino. Hace falta algo más. El ser humano necesita la belleza a través de expresiones que permitan fascinar el trabajo cotidiano y, así, renacer a cada instante.

Cuando comenzamos nuestro proyecto “Música y Trabajo”, de la mano del maestro Aquiles Báez, no imaginamos lo inagotable de la propuesta y cómo tocaría el corazón de tantas personas. El ejercicio inicial era documentar los cantos de faena del campo venezolano, y las canciones que de una u otra forma estaban conectadas con los oficios o festejaban el fruto de ellos. Pero jamás imaginé los pasos que eso podría dar. Como una suerte de testamento musical, antes de su partida terrenal, Aquiles me indicó las personas claves para seguir el proyecto. 

«La música expresa lo que no puede decirse – solamente – con palabras, pero no puede permanecer en silencio», decía el maestro Víctor Hugo, y la verdad es que estos años estamos rodeados de testimonios que no se pueden callar. Si bien existen historias de vida de muchas personas que hemos formado, volverlas canción era un gran desafío, pero nuestro amigo cantautor, José Alejandro Delgado, aceptó el reto. De esta forma, y como buen discípulo de Aquiles, tomó el testigo y comenzamos el volumen II de nuestro proyecto en el mes de noviembre.

Luego de conocer la historia de Gabriela, una egresada del programa Gastronomía 360 en Guatire, José Alejandro fue a compartir con ella durante un día para conocer cómo es su día a día, el valor de su trabajo y esfuerzo y, luego de ello, componer el tema “Para nunca olvidar”. Esta canción demuestra cómo la música es, quizás, una de las formas más sublimes del arte con la capacidad de penetrar en el alma humana, para así poder comunicar más allá de las palabras. De esta forma, queremos mostrar el impacto de los proyectos sociales y el cambio en la vida de las personas.

Se trata de una nueva forma de ver, de escuchar, de estar frente a lo más trascendental de la vida, partiendo del trabajo cotidiano. Esto mismo pasa cuando estamos a la espera de la Navidad. Es para nunca olvidar y que no permanezca en silencio el acto de libertad más imponente de toda la historia de la humanidad: Dios, el creador, el omnipotente, el origen del amor, el principio y el fin de todo, quien decidió entrar en la historia de la forma más carnal y humilde, y así hacernos compañía.