“Kierkegaard dice que los valores son abstractos hasta que alguien tiene el coraje de decir «yo». Del mismo modo, nosotros podemos afirmar que las obras solo nacen cuando alguien tiene el coraje de decir «yo»”, Luigi Giussani.

El coraje de iniciar una obra y arriesgarse a emprender para dar respuesta a una necesidad, tanto personal como las comunes que nos aquejan como sociedad, nace de la palabra que define la grandeza del ser humano: libertad, la cual, afirma Víctor Tirado San Juan, “es un rasgo divino, una característica definitoria de los seres espirituales”.

El ser humano tiene esa dimensión trascendente y espiritual que nos vincula con Algo más grande que nosotros mismos, y uno de esos rasgos es justamente esa libertad. Cada uno tiene incluso la libertad de creer en uno o varios dioses, o de simplemente no creer, pero para los cristianos el acto de libertad absoluta es evidente cuando recuerda a ese Dios que se hizo hombre en el hijo de un carpintero hace dos mil años. 

No tengo dudas en afirmar que si falta ese nexo con lo trascendente, todo el coraje de nuestras iniciativas y emprendimientos carecen de la posibilidad de un verdadero impacto, porque el ejercicio de nuestra libertad inicial se desgasta si perdemos esa perspectiva. Incluso un amigo decía estos días algo que me impresionó: “si falta este nexo, la potencia inteligente por la cual se está construyendo algo, se pierde”.

Por eso vale la pena retomar el origen de lo que hacemos: Trabajo y Persona coincide con afirmar ese nexo, porque creemos que no solo el trabajo es el modo de seguir colaborando con la gran obra de la creación, sino que la persona es relación con el infinito. Ese es el motivo por el cual nos identificamos tanto con el carisma benedictino y nos inspira la regla “ora et labora”, que San Benito instauró en tiempos de una crisis aún más compleja y dramática de la que nos toca vivir.

Me resulta cada vez más evidente que el acto libre de un hombre y su emprendimiento, necesita de la suma de otras libertades que se adhieran reconociendo el nexo de su propósito en la vida con el fin mismo de la obra. Hoy en día es indispensable pero no suficiente documentar procesos, generar formatos y usar la técnica, porque el verdadero punto crítico es, sobre todo, la necesidad de personas libres que se conecten con el propósito y razón de ser de la obra. Solo de esa forma los recursos financieros, la tecnología y todos los medios a nuestro alcance serán usados en su justa medida y con propósito.

Víctor Tirado San Juan afirma que “la libertad es la condición espiritual de la responsabilidad absoluta” y no solo lo comparto, sino que creo que cada obra y también nosotros como sociedad daremos un paso positivo hacia el futuro cuando comencemos a restablecer estos nexos y nos hagamos corresponsables de nuestra realidad.